El Dr. Ricardo Maccioni es el responsable de una serie de descubrimientos sobre la enfermedad de Alzheimer, los que han permitido adelantar el diagnóstico y reorientar el tratamiento. En esta entrevista con El Líbero aborda los avances conseguidos frente a esta patología y también sus proyecciones sobre el Covid-19.
El coronavirus no lo pilló tan de sorpresa como a la mayoría de nosotros. Aunque no es su tema de investigación, la conversación con otros científicos ya le daba luces de lo que se vendría, así que tan pronto se confirmó el primer caso en Chile en marzo del 2020, el Dr. Ricardo Maccioni se “encerró”. Trasladó su trabajo desde el Centro Internacional de Biomedicina en Vitacura a su casa y a punta de “Zooms” se mantuvo en estrecho contacto con el equipo de investigadores. Si bien entre marzo y diciembre la Universidad de Chile -a la que pertenece el centro- estuvo cerrada, consiguieron los permisos para seguir avanzando en los experimentos y estudios clínicos necesarios para sus investigaciones… al cabo de diez meses sacaron siete publicaciones científicas (en un año común publican cinco). “No perdimos el tiempo”, asegura.
-¿Cómo proyecta el 2021 respecto al Covid-19?
-Es difícil tener un pronóstico. Estoy entre los optimistas, pienso que si se incrementa gradualmente el número de personas vacunadas, ello incidirá en una disminución de la tasa de contagio. Lo ideal es llegar a una vacunación no solo de las personas en riesgo, sino a un espectro más amplio de la población. Destaco el logro del gobierno en estar entre los primeros países de América Latina en comenzar el proceso, pero éste debe acentuarse con una mayor velocidad de vacunación. Muy importante ha sido también el mantenerse muy activos en hacer el test PCR de manera continua. Se debe mantener la vigilancia sobre las mutaciones de efectos negativos que experimenta el virus, con un continuo estudio de la estructura viral.
Destaco el logro del gobierno en estar entre los primeros países de América Latina en comenzar el proceso, pero éste debe acentuarse con una mayor velocidad de vacunación”.
-¿Cuán serio puede resultar el encierro para la salud mental de la población, y en particular para quienes padecen Alzheimer?
-Esta pregunta se responde muy bien en una reciente columna que publiqué junto a Andrea González en El Líbero. Los datos duros muestran que hay un impacto muy notable del confinamiento en el aumento de la morbilidad por trastornos mentales, y en el impacto neuropsiquiátrico de los trastornos neurodegenerativos en los adultos mayores. Planteamos en ese artículo algunos caminos para mitigar este problema.
El Dr. Maccioni es tímido, pero cálido. “Buena persona”, dicen quienes lo conocen. “Una eminencia”, agregan quienes han seguido su carrera profesional. No es para menos: el año pasado fue nominado al Nobel de Medicina gracias a la gestión del Comité Nobel para Chile que dirige el Dr. Raúl Prieto y su director internacional, el ingeniero Nelson Reyes. Ha tenido además una notable recepción por parte del actual embajador en Suecia, Hernán Bascuñán, la ministra de Desarrollo Social Karla Rubilar y el diputado Eduardo Durán. Doctor en Ciencias Médicas por la Universidad de Chile y en Biomedicina por la Universidad de Colorado, en los 70 hizo un descubrimiento que revolucionó la comprensión que se tenía hasta el momento de la enfermedad de Alzheimer: descubrió la proteína tau, dilucidando los complejos mecanismos por los cuales se produce este mal. Desde entonces se sucedieron una serie de aportes para el diagnóstico, prevención y tratamiento del Alzheimer que le han valido el reconocimiento mundial.
-¿Le cundió el tiempo en pandemia?
-Afortunadamente sí. Como centro logramos publicar varias investigaciones, entre ellas, una relacionada con los nutracéuticos, que se refiere a cómo ciertas sustancias naturales de la alimentación pueden ser beneficiosas para la salud porque han demostrado tener propiedades antiinflamatorias, antioxidantes o antiagregantes. En el caso del Alzheimer, se trata de alimentos con propiedades para frenar la agregación de la proteína tau, que es capaz de salirse de su ambiente natural en la neurona y se comienza a polimerizar y dar origen a la enfermedad de Alzheimer.
Hay muy poco respeto y comprensión por cómo los científicos podemos ayudar al desarrollo y progreso de Chile”.
Otras publicaciones tienen que ver con nuestros estudios clínicos. El último de ellos fue sobre la puesta en marcha del biomarcador de detección temprana de la enfermedad de Alzheimer, que permite reconocerla 20, 30 años antes de que se manifieste. Antes de diagnosticar, hay un proceso larguísimo de cambios químicos y moleculares en el cerebro que las neuroimágenes y otras técnicas clínicas hasta el momento no podían detectar. Esta técnica de los biomarcadores es más fina y la desarrollamos nosotros hace años, causando gran impacto a nivel mundial. Ya está en marcha en otros países… no así en Chile, por razones económicas. Pero lo cierto es que en este tiempo de pandemia logramos, gracias a un proyecto del Fondef, avanzar en la instalación de este biomarcador, de manera que se reciban muestras de todo Chile para hacer un screening global de las personas que estén en una etapa previa al diagnóstico.
-Ejerció en Estados Unidos durante 18 años y volvió a Chile hace 25 con la misión de crear y dirigir el Centro Internacional de Biomedicina (ICC), orientado a la investigación y formación de científicos en el país. ¿Cuál es el estado de la ciencia en Chile?
-El ICC ha tenido un gran impacto en Chile y en la imagen de Chile en el exterior. Es un centro líder a nivel mundial, un centro de excelencia. En él se han formado más de 60 doctores en ciencias. La mitad de ellos están en el exterior y ya se han quedado, por la falta de políticas para el retorno de los científicos. Gente brillante que está en Cambridge, en Michigan, Harvard. Se formaron acá y se fueron… es el gran tema, el del retorno de los científicos chilenos: en la medida que no haya espacios, recursos para poder hacer investigaciones en Chile, no van a volver.
-¿Qué se debiera hacer al respecto?
-El gran problema es que no hay una política que permita detectar quiénes son nuestros talentos y retenerlos. Hay muy poco respeto y comprensión por cómo los científicos podemos ayudar al desarrollo y progreso de Chile. Yo soy un convencido de que hay una relación entre el desarrollo científico y tecnológico con el progreso del país. Por eso me vine a Chile también. El país exporta muy poca tecnología, será del orden de 1 o 2% de todas las exportaciones. Eso hay que cambiarlo drásticamente. Las empresas debieran invertir en I+D y esas tecnologías exportarlas.
Te doy un ejemplo: el método de detección de la enfermedad de Alzheimer hasta el día de hoy se basa en una punción lumbar. Después de eso uno analiza en el líquido cefalorraquídeo ciertas proteínas, entre ellas, la tau. Ese método es infalible y funciona de maravillas, se trata de una técnica que ha sido aprobada por la FDA en Estados Unidos, por los NIH, se usa en el mundo, pero no en Chile. Y la desarrollé yo con un grupo de colaboradores en Chile a comienzos de los años 2000…
No me quejo, pero es importante que la gente sepa que es un esfuerzo sobrehumano sacar cosas adelante con toda la burocracia e incomprensión que hay. Lo que hay detrás de cada investigación es conocimiento científico que se plasma en tecnología.
-Si no se usa este método para detectarla, ¿cómo se diagnostica entonces el Alzheimer en Chile?
-Principalmente con neuropsicología y con neuroimagen, como el PET y la resonancia magnética, que ayuda a ver cambios anatómicos, pero cuando la enfermedad está muy avanzada. No indica cambios sutiles. También está el test Elisa, que se usa para detectar otras patologías como el sida; es una técnica rápida que sirve para saber si uno tiene o no Alzheimer. Todas estas herramientas son muy importantes, pero insuficientes. Se necesitan elementos que vayan más a los cambios químicos que se producen en el organismo. Como mencionaba, está la técnica de la punción lumbar y la de los marcadores (patentada también por nosotros como como Alz Tau), que es la que estamos tratando de implementar en este momento en todo el país. Es un sistema pionero, muy completo porque hace un barrido que permite detectar desde el primer deterioro cognitivo, lo que es una contribución importante para hacer el diagnóstico.
-Todo esto se refiere a la detección del Alzheimer, ¿qué pasa con el tratamiento?
-En el tratamiento nos hemos orientado en la terapia multitarget, en que también hemos sido pioneros: como el Alzheimer es multifactorial, pensamos hace mucho tiempo que con una pastilla no vas a controlarlo nunca. Y en eso quiero ser enfático: nunca. Son muchos los cambios moleculares y celulares que ocurren a nivel cerebral y de acuerdo a nuestra teoría, que ha sido validada científicamente y que se conoce como la “teoría de la neuroinflamación”, el Alzheimer es una enfermedad neuroinflamatoria, por lo que en su tratamiento el enfoque debe apuntar a controlar los distintos desórdenes que conlleva. En concreto, creemos que en etapas tempranas la terapia puede estar en los nutracéuticos. Hemos descubierto un compuesto andino en el norte de Chile, cerca de Copiapó. Fue probablemente una planta, que se fosilizó y que por distintos procesos se transformó en tierra. Este compuesto andino se combina con una serie de vitaminas del complejo B y lo transformamos en un producto -una pastilla- que ya hemos probado produce mejoras en los síntomas iniciales del Alzheimer. En los comienzos del Alzheimer hay un cambio abrupto en la personalidad, la gente se retrae, se vuelve apática. Esto lo controla muy bien el Brain Up, que es el nombre comercial de este compuesto. Y también en la pérdida de la memoria. Un compuesto chileno desarrollado por chilenos.
No me quejo, pero es importante que la gente sepa que es un esfuerzo sobrehumano sacar cosas adelante con toda la burocracia e incomprensión que hay. Lo que hay detrás de cada investigación es conocimiento científico que se plasma en tecnología”.
El Dr. Maccioni cuenta que durante la pandemia pudo terminar también un libro, “el segundo en español” (ha publicado 11 en inglés). Y es justamente sobre el Alzheimer, donde cuenta en forma anecdótica cómo se fueron produciendo los descubrimientos.
-¿Por qué se dedicó a investigar el Alzheimer?
-Yo me dediqué mucho tiempo a investigar el cáncer, pero me interesé en el Alzheimer desde la época de la universidad. Después obtuve una beca en Estados Unidos que me permitió estar con varios neurocientíficos interesados en el tema. De hecho, todos mis profesores de la época después obtuvieron en un momento u otro el Premio Nobel. Aprendí la neurociencia con la crème de la crème.
-¿Cómo vive un científico un descubrimiento como el que usted hizo de la proteína tau?
-¡Intensamente! Cuando uno está buscando algo y de repente encuentra algo diferente, ¡amerita un champagne! Se celebra, no pasa desapercibido. A partir de entonces, todos los que creíamos en este nuevo paradigma nos pasamos a llamar “el club de los taoístas”. No era fácil porque era enfrentarse a otra poderosa escuela que creía que las placas seniles que se forman fuera de las neuronas se debe a la secreción de amiloide. Pasaron años en que las farmacéuticas investigaron esto con cero resultados. A comienzos del 2000 organicé un simposio acá en Chile y recién ahí el Dr. John Henry reconoció con honestidad que nuestra teoría era correcta y que ellos estaban equivocados. Sólo ahí se despejó el camino y ese gran paradigma intocable se desarmó. A partir de entonces mi teoría inflamatoria del Alzheimer se transformó en el paradigma, se consolidó. Y lo que plantea es que es la falta de comunicación entre la neurona y la microglia la que genera inflamación.
-¿Sin cambios en la proteína tau no hay Alzheimer?
-Exacto, y lo que estamos investigando ahora es por qué la proteína tau pierde esa estructura, por qué deja de hacer la tarea que le corresponde.
Trayectoria del Dr. Ricardo Maccioni
Fuentes: El Libero